Hace dos años, durante los primeros días que siguieron a nuestro retorno, fuimos todos presas de un verdadero delirio.
Queríamos hablar.
Ser escuchados al fin... traíamos con nosotros nuestra memoria, nuestra experiencia viva aún, y sentíamos el deseo frenético de decirla tal cual era. Y sin embargo ya desde los primeros días nos parecía imposible colmar la distancia que íbamos descubriendo entre el lenguaje del que disponíamos y esa experiencia que seguíamos viviendo casi todos en nuestros cuerpos.
... Era imposible. Apenas comenzábamos a relatar nos sofocábamos. A nosotros mismos lo que teníamos para decir empezaba a parecernos inimaginable...
Estábamos efectivamente frente a una de esas realidades de las que se dice que sobrepasan la imaginación.
Quedaba claro entonces que sólo por elección, es decir, una vez más gracias a la imaginación podríamos intentar decir algo.
Robert Antelme (Francia, 1917-1990)
martes, julio 4
La especie humana
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