martes, mayo 12

Colibrí



¿De cuándo en cuándo
el tiempo se fragmenta?

Hace siete segundos, una mirada.


¿Es posible que tu llamado,

haya detenido la luz por un instante?

Hace siete minutos, un cristal.


Tal vez el tiempo posee un plumaje iridiscente,

visible desde un lugar hecho de tu aliento suspendido.

Hace siete horas, un impacto.


Creo, puesto que dejé de saber todo lo que ignoro,

que el engaño de un espejo es capaz de doblegar un destino.

Hace siete días, la vida reanimada.


Es ahora tu mano la que recoge un latido,

uno de tantos que de la herida huyeron intranquilos.

Hace siete semanas, las alas batían.


¿Con qué se construye un espacio,

para que siga sucediéndose el turquesa en una playa?

Hace siete meses, una caricia.



Mizpah

sábado, mayo 9

Vacíos




Había una vez un vacío que respiraba un anhelo. 

Soñaba con encontrarse de ti lleno y vaciado de sí.
Llegaste con tu llenura a vaciarme. 
Con ese tu vacío llegaste a llenarme. 

Rebosaste mi ombligo metafísico con tu necesidad de plenitud
y tu necesidad de falsas llenuras.
Por un instante borré tu temor a la nada. 
Sin esa llenura tan vacía de miedo, te sentí.
Sin embargo,  continuabas llenándote, vaciándome.  

Hoy tan sólo soy un vacío vaciado de ti. 
Una saturación de ausencias tan llenas de ti. 

Hoy es la náusea la que me llena y se repite, 
hoy es el vértigo quien me vacía 
y desea purgarte del hueco de mis ojos.

Frente a mí, 
el vacío solo se llena con vacíos. 
Así respiro.
Frente a mí, éstos árboles.
Frente a mí el borde de mis ojos se vuelve arena. 

Frente a ti, esta marea de lágrimas sobre el horizonte. 

Frente a nosotros, el recuerdo de las flores.

Azul, verde y este gris. 

Así me llenas y así me vacías.

¿Qué tendría yo que hacer, 
para llenarme del vacío de tu recuerdo? 

Mizpah

domingo, septiembre 4

Saberse Lejano



Para que un barco se adentre en la niebla, requiere alejarse del puerto,
dejar atrás la luz del faro, ignorando las miles de voces que lo despiden.

Para que una mariposa alcance el verde de un bosque,
le es imprescindible dejar atrás todos sus inviernos.

Para que un cometa pueda rozar la dermis de una estrella,
necesita derretir el hielo de cada una de sus soledades.

Si uno quiere ser aquél monje bajando de la montaña,
hay que estar dispuesto a dejar atrás instantes y eternidades.

Para aprender de la bacteria su humildad al desprenderse del tejido,
la herida necesita aceptar que el dolor es parte de la sucesión del tiempo.

Si el cielo orilla a la voluntad para que se arroje como lluvia,
el miedo tendría que renunciar a la inmovilidad de la nube.

Para ser más sabio que Sócrates,
uno tendría que, del amor,
saber de su engaño,
dejarse engañar por el amado
y encarnar la verdad resultante.



Mizpah

Lluvia Verde



Tus pies, descalzos de olvidos
dudan de sus pasos,
acarician al color verde,
orillándote a tu río...

Hay penumbras que te exploran,
te extravían, te esconden.

Tu frente y tu tiempo,
dos lirios incandescentes,
queriendo incendiar al
colibrí de tu espíritu.

Es en las entrañas de tu nombre,
el lugar donde una niña te aguarda,
con ojos tristes y mirada blanca.

Te desdoblas.

Como queriéndote encontrar,
te enlazas con tu ausencia,
brotas en el interior de tu lluvia.

Tu mano es semilla abierta,
enraizada en lo translúcido
de tu sueño.

Eres tierra en tu presente.

Renaces en tu ombligo.

...y en ese lánguido instante
en el que tus dedos te sumergen
del otro lado ti; haces nacer
una estrella de perdón,
asomándote en tu horizonte,
acariciando la llegada
de un nuevo Sol.

Mizpah

Tierra de Oriente


Al oriente de mi tierra
solias recostar tu voz,
desembarcando en silencio
tus huellas en mi arena.

Ni la Luna misma
alumbraba tanto,
como el ámbar
de tu luz.

Era el amor.

Una mariposa entintada,
una constancia infinita
creyendo en la eternidad
de tu aceite con el que
me ungías.

En la frontera de mi tierra,
ahí donde empezabas tú,
ahí donde tu piel me hizo
sentir que continuaba yo.

Con un ala partida en dos,
en mi vientre en el que descansabas,
con Troya ardiente en cada paso,
hoy afirmo que fue mi cuerpo
el que habitabas.

Hoy tatúo mi Odisea,
llevando a Ithaca
en mi pecho,
tu inicial
en mi costado.

mizpah

miércoles, septiembre 1

El piano y el violín




Fuiste el violín,
fui yo el piano.

Hay una música secreta
que sólo los ángeles escuchan,
cada vez que una lágrima amanece
para regresar al cielo,
a su causa, a su origen,
a su propio consuelo.

Sinfonias y movimientos,
tus cuerdas, mis martillos,
tan solo queríamos sonar
a la inmortalidad de Mozart,
de Schubert, de Bizet.

Nuestra música nadie la escuchó,
ni siquiera nosotros mismos,
pero sí, el ángel que te cuida,
que miró al mío,
y que una tarde de lluvia,
deleitaron a Dios en un suspiro.

Tuvo que ser así,
porque sólo así
el amor con su muerte,
se concilia.

La muerte:
de saberte eterna,
de sentirte cerca,
de soñarte perfecta.

Tal vez nos depare
un instante,
en el que nuestras
lágrimas coincidan,
frente con frente,
letra por letra,
donde la música,
finalmente
nos pertenezca.


mizpah

jueves, agosto 5

Escribo esto...



Escribo esto
a través de un Deja Vú,
desde mi punto más frágil,
donde Aquiles
no alcanzó
redención...

Escribo esto,
desde la esquina de mi córnea,
donde me brotaban de niño,
los delirios febriles,
de la incoherencia
y del terror...

Escribo esto,
desde una noche sin desdén,
sabiendo de antemano,
que éste,
mi cauce fluvial,
no cesará de existir...

Escribo esto,
desde una neurona
izquierda,
que ha callado
de amor y ha sido
indiferente a mis
huesos de cristal...

Escribo esto,
desde aquel origen,
donde fue sembrada
una palabra,
lugar recóndito,
exhiliado de su
propio laberinto...

Escribo esto,
desde la silla
vacía donde alguna
vez se sentaba Dios...

Escribo esto,
desde las ruinas
de arena, ajenas
al reloj que las
contiene, y que
profusamente,
caen, caen
y vuelven a caer...

Escribo esto,
desde un jardín
que no se cansa
de florecer en
inviernos benditos,
donde el sol es sólo
un mito entumecido...

Escribo esto,

...y sí,

...aún...

...lo sigo escribiendo...

Mizpah