sábado, marzo 31

miércoles, marzo 21

Una inmortalidad fallida




Hay una semilla arraigada en mi corteza
de fénix enterrado, en su interior
hay una letra inscrita con la tinta de mi semen;
colgando, está la pupila de tu ojo
atravesada por el azul de un espejo.

Tu ombligo es vagina vacía de tu láctea palabra,
es en donde el paraíso deviene esfera,
la Tierra un moroso trámite,
y el infierno una lágrima indecisa de caer...

¿En qué doblez de sábanas nos perdimos?
¿Cuándo fue que el silencio comenzó
a arder en el pecho?
Ignoro qué hacer con el exhilio de mis dedos,
a ciegas buscan su húmedo retorno,
en el que puedan fecundar nuevas estrellas,
ante la perpleja mirada de su hembra...

Mi centro tiembla ante la voz de tu mirada,
y desnudo te confieso que no puedo arrancarme
la cadena de letras que me ata, tampoco fundirme
con alguna galaxia extraviada de su patria,
tan sólo seguir cosechándome en metáforas,
secarme el olvido, con lo que escuches de mis lágrimas...


eric

martes, marzo 20

Oscilación




En vano buscas tu modelo entre los restantes seres:
de los que fueron más lejos que tú,
no has aprovechado más que su aspecto comprometedor y dañoso:
del sabio, la pereza; del santo, la incoherencia;
del esteta, la acritud; del poeta, la desvergüenza
–y de todos, el desacuerdo consigo mismos,
el equívoco en las cosas cotidianas
y el odio de lo que vive sólo por vivir-.

Puro, tienes nostalgia de la basura;
sórdido, del pudor; soñador, de la brutalidad.

Nunca serás más que lo que no eres,
y la tristeza de ser lo que eres.

¿Qué contrastes empaparon tu sustancia
y qué genio mestizo presidió
tu confinamiento en el mundo?

El encarnizamiento en disminuirte
te hizo adoptar el apetito de caída de los otros:
de tal músico, tal enfermedad;
de tal profeta, tal tara;
y de las mujeres -poetas, libertinas o santas-
su melancolía, su savia alterada,
su corrupción de carne y de ensueño.

La amargura, principio de tu determinación,
tu modo de actuar y de comprender,
es el único punto fijo en tu oscilación
entre el asco del mundo y la piedad por ti mismo.

E.M. Cioran

domingo, marzo 11

Muerte


Casi con una frialdad irreverente, me acerco al borde de tu belleza... casi con una lágrima seca, me refugio en tu inerte abrazo, entregándome a que tu mirada tan solo me vacíe de tantos tantos recuerdos... has estado rondando a cada paso, has sido mensajera de un deseo ajeno, y con mis frágiles puños, inútilmente he intentado defenderme de ti, he permanecido borrado tras el velo de una despedida, aqui... en un lugar frente a la ausencia de la Luna, te digo hola Muerte, al fin nos encontramos...

Perdóname por haber desviado mi mirada cada vez que te has acercado, perdóname por huir de ti tras el dolor que la Vida me causa... perdóname por esconder mis lágrimas cada vez que tus cabellos rodeaban mi almohada...

Ahora entiendo que has estado detrás de cada mirada y de cada espejo... sé que pronto vendrás por los mios, sé que estarás aguardándome en el espacio entre dos letras y en la imposible unión de este mi abrazo que ha permanecido vacío por ya no se cuántos días...

Creo saber ya en que venas te has alojado, creo saber ya el color de tu rostro... a ti, mi columna vertebral enraizada en un grito por alcanzarte... porque mi deseo esta hecho de ti, de concepto me abrazas ya en un acto en el que te muero y me mueres Muerte... en ti fui engendrado y a ti regresaré en el azul de tus labios...

Ahora comprendo Muerte, has llegado...


eric