miércoles, febrero 14

Recuerdos de una mañana amorosa


Las muertes con permiso se despiertan en un mar de sábanas frías, le sonrien a la intriga de sus sueños; hablándose en silencio, sus manos se encuentran invitándose al agua tibia de su abrazo. El par se cae en cuatro, se temen siempre sus anversos.

Una luz tenue se filtra en la esquina de sus ojos, el vacío de sus bocas se impregna de un café desnudo, auxiliándoles en el desvelo de haber estado matándose sus sexos...

La lluvia impregnada de mármol desciende en sus estatuas de piel, se cuidan y se niegan suspendidos de una finitud gozante, sus salivas se entretejen, sus miradas se ciegan. Las gotas cesan en la enredadera de sus cabellos húmedos, se abrazan bifurcándose en sus silencios...

El tiempo se escurre sobre el piso de madera, el viento de su andar los seca, bastando sólo un ataque sorpresivo por el cuello, para re-iniciar su lucha con causa perdida...

Causa de sobrellevar a esa Muralla de palabras que los atraviesa, los separa, que les hace balbucear en la cúspide de sus jadeos y suspiros...

Nada les detiene y la Nada los rodea, la tela de su dermis provoca una percusión líquida en su vaivén de pequeñas explosiones; se mueren con violencia, se buscan sus vacíos y al no encontrarlos, se otorgan envolturas disfrazándolos...

La piel teme ser desgarrada en el imposible de sus lejanías, ahí donde las uñas dejan en tinta roja la marca de lo que las sílabas no saben articular...

La muerte se acerca, engañándolos en esa cumbre en el que todo deseo se posterga, lloran en aquella sublime elevación que se alarga en la cavidad profusa de sus pliegues, pidiendo morir en la angustia de fundirse y desaparecer... un grito... el aire es comido a bocanadas, el universo se hace ombligo, al paso de una tierna vacuidad que les desciende, convirtiéndolos una vez más en dos pulsantes agujeros...

Los cuerpos se acuerdan de los vientres que habitaron, la nostalgia llega cuando se ha pedido lo perdido, y no se ha sabido darlo. Se acepta pues el engaño de no saber lo que se ha recibido, ignorando también lo que se ha otorgado; en fin, lo que fuera del tiempo ha ocurrido...

La calma vuelve y los dedos dibujan paisajes en las espaldas, se murmulla un canto de arrullo en el remoto lugar de sus palabras. Se incorporan de nuevo a vestir sus faltas, a maquillarse sus fantasmas, a perfumarse sus demandas...

Curiosa huella deja el amor, a aquél que lo evoca en su duda de ayeres, en su dolor que lo eterniza para sólo ser arrojado a la oscuridad histórica de los imposibles, con todo y sus heroínas y sus héroes...

Gira el mundo y no cesan las mañanas y los cafés de ser servidos en tazas vacías, sobre esperanzas sin espera, sobre llamas sin cenizas...


eric

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