lunes, junio 18

El Tiempo







“El hombre de ayer ha muerto en el de hoy,
el de hoy muere en el de mañana.”

Plu­tarco (De E apud Delphos, 18)


El tiempo...


Preciso, puntual... el tiempo nunca llega tarde, aun cuando nuestra percepción se aferre a fragmentarlo en montoncitos de arena, o en lapsos de vertical horizontalidad.

El tiempo contornea su forma para abrazar al espacio, rodearlo en todos sus pliegues y bordes, a veces el espacio es el que toma la inciativa y es el que opta por dirigir la erótica danza de los continuums.

Hace ya ciento cincuenta lustros cuando mi percepción comenzó a pulsar, tiempo y espacio me rodearon desde su inexistencia, y fue dentro de mis latidos y su ritmo en los que empecé a construir la idea de que tiempo y espacio se erigían como murallas impenetrables e infranqueables.

Fui niño, el tiempo y el espacio en ese entonces eran más grandes... los patios, los parques y los minutos que pasaba en ellos eran mucho más duraderos... dicen por ahí, que con cada año que se cumple, la percepción del tiempo y el espacio se acortan...

Y pues ha de ser cierto, porque con cada año uno se va acercando a la finitud indisoluble de dicha percepción... y como la línea de vida es circular, la parábola en un punto se flexiona en apertura y en otro punto, inevitablemente, lo hace para su clausura...

En estos años, he leído a varios filósofos y pensadores que han escrito con mucha más prestancia que la mía, varias teorías en que se refuta la existencia de la mente, del espacio, del amor, de la realidad y hasta del tiempo...

He comprobado desde mi humilde vivencia y lo que mi lánguida memoria me permite recordar, que en ciertos espacios y momentos, éstas refutaciones han encontrado en mi subjetividad (otras teorías la han igualmente refutado) su sustento experiencial.

Alguna vez, de niño llegué a confundir la vigilia con el sueño, recuerdo también mi despertar luego de estar anestesiado, o aquella playa en donde fui el centro de una gran esfera de sonidos, de luces y de danzas a mi alrededor...

Cinco días con mis ojos vendados, el recostar mis órganos sobre un diván, explorar mi multiperceptualidad, hacer el amor hasta el amanecer... y sí... un lugar que me ha encontrado en el azul de su esencia... estaré pronto ahí, en el Deep Blue de mi conciencia... uno simplemente se permite dejar de respirar y todo lo demás se suspende, se diluye... seré Azul...

A los que han compartido conmigo, desde sus tiempos y sus espacios nuestra ontológica inexistencia en estas treinta elipses recorridas... gracias... mi Azul para ustedes...
eric

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