martes, septiembre 11

Lo cotidiano



Para el amor no hay cielo, amor,
sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.

Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia,
las paredes sin ojos,
el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.

Para el amor no hay tregua, amor.
La noche no se vuelve, de pronto,
respirable. Y cuando un astro
rompe sus cadenas y lo ves zigzaguear,
loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.

El encuentro es a oscuras.

En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.

Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad,
de aquella muerte.


Rosario Castellanos

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