viernes, abril 3

Lo lindo que es Guantánamo



Hubo una luz marchita desde el principio.

Como si la flor estuviera caída
en el origen mismo de sus pistilos.

La razón extraviada ratifica la mirada,
en el bautismo se calca la ceniza con los dedos,
ningún silencio se enuncia para callarse,
y nadie le grita ya al agua ni a sus gotas,
ya nadie se llora en la quinta vez de sus delirios.

Sólo una amalgama de ideas
se aviene en un marfil edificado,
un elefante muere sonriente,
porque bien sabe que fue sabio.

En un castillo de Namibia,
un principado quedó traspapelado,
trámite revocado y expedito,
y la razón fue simple, mira:
ningún desierto es lo bastante seco
para erguir una sed que destierre
un ejército de parpados sacrificados.

Lo que quiero decir es:
lo simple no basta
para que dos incógnitas
se enlacen en pecado.

Es quizás hora de refugiarse
en lo lindo que es Guantánamo,
porque del horror de salvar a un
pordiosero perro perdido,
yo me salvo linda, yo me salvo.

Mizpah

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