martes, febrero 28

Caída




"...la caída es lo más real del sujeto..."
J. Lacan
Caída... caer... cayendo... de dónde? de quién? porqué?... caída sin fin, de una muerte, a otra muerte... de una pérdida a otra pérdida... de una ausencia a otra ausencia... caer... caer... infinitamente caer...

"Ser? vaya falta de pudor!" decían por ahí... y en los primeros días, la armonía, el amor y la complacencia, colgaban suspendidos de un miedo ajeno... inexistencia de tiempo y de espacio, ausencia de realidad y la innecesaria necesidad de hablar, puesto que el miedo lo adivinaba todo...

El primer precipicio se acercó, pero la mirada omnipresente impidió aquella primera caída, al temer que la gravedad se llevara consigo el par de subjetividades anudadas por un cordón... pasado ahistórico lleno de recuerdos y de la sensación del paso del tiempo... pero a este año que termina se le ha desprendido la nostalgia... un año donde las primeras palabras históricas empezaron a ser escritas en el vacío de una ausencia condenada a repetirse... a reeditarse... ausencia que prometía la no diferenciación entre contemplación y acción... entre lo abstracto y lo concreto...

Me impidieron caer de acuerdo a la ley gravitacional... mi primera caída fue ascendente... caí a un lugar muy alto... a un lugar de aparente seguridad... de mítica absoluta y nulo sufrimiento... la infancia fue un miedo luminoso... de una hermosura sombría, de una tristeza imperdonable entre aviones de juguete... de astronautas descubriendo un planeta en mi primera persona del singular...

Y este año, mi trono y mi reino tambalearon a partir de una tímida petición al abuelo fuego... y en el silencio de la no poesía, el destierro fue escogido y se abandonó aquel espacio absoluto en donde lo irrecuperable se negaba a ser perdido...

Y comencé a hablar con el deseo de un silencio perfecto... y comencé a escribir con el deseo de un solemne punto final... y comencé a vivir, con el deseo de perder la ilusión de mi poder... y comencé a morir, con el deseo de caer en el incesante dolor que no me había permitido sentir...

Deseo un silencio imposible... más nunca deseé ser un ángel... y la ausencia divina me permitió ser caída humana, devorando mi paz como un ángel imbécil, tejiendo mi red de palabras que solo me impedían contemplar atardeceres como el de éste día, el cielo tenía un color de infancia muerta... una textura de derrota y total rendición al instante de mis alas rotas, a mi voluntad de quedarme en mí mismo...

Y si bien mi caída es vértigo... lo es también vuelo y despegue infernal, que de la caída de arcángel a ángel, solo un beso la separa de caer en demonio... pero sólo un ser que habita la ausencia total de Dios, siente el amor suficiente para soltarse nuevamente en caída y convertirse en la imagen de un ser inaprehensible... en viento, en agua, en fuego...

Tan solo instantes... huecos y sensuales instantes... poder llegar a estar en el nunca de mi instante... tan solo un lugar de mi espíritu en donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo pasado y lo futuro, lo comunicable y lo incomunicable cesen de ser percibidos en dolorosa contradicción...

"Si caíste... levántate!" me dirán algunos... no amigos, ¿cómo levantarse, cuando alrededor hay solo vacío?...

Vacío es pues mi lugar de reencuentro, de reconciliación, de reunificación entre mi subjetividad que nunca dejará de poetizar y mi cuerpo cercenado de escritura dolosa... es ahí donde anhelo mi liberación... en la excelsa contemplación de la pérdida de mis ruinas... en esta inocente necesidad de ser un viajero entre plegarías y silenciosos gritos... yo no sé... en verdad no lo sé... tan sólo esperar afanosamente la llegada del Gran Silencio... de un Gran Otro... o tan solo de un otro acompañante cualquiera...
mizpah

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